Todos los días llegaba tarde a clase y con los deberes sin hacer y su profesor siempre le echaba la bronca porque ni traía los deberes, ni la ropa adecuada para hacer educación física. Por no traer no traía ni el estuche.
Todos sus compañeros se burlaban de él porque llevaba los pantalones llenos de parches y una ropa pasada de moda.
Lo que no se imaginaban ni su profesor ni sus compañeros, es que al salir del colegio, sus padres lo llevaban al semáforo de la calle Felipe a vender pañuelos y a limpiar los cristales de los coches. A las diez de la noche volvían a por él y si no había ganado mucho dinero sus padres le pegaban.
Un día su compañero Juan pasaba por esa calle con sus padres y vieron como los padres de Marcos le reñían. Al día siguiente Juan le preguntó a Marcos qué hacía a esas horas en la calle y Marcos le contó su historia.
A partir de ese momento Juan defendía a Marcos cuando sus compañeros se metían con él y también le daba algo de ropa que no usaba.
Se acercaban las navidades y Juan cotilleó la carta de Marcos a los Reyes Magos.
- Queridos Reyes, os pido una nueva familia y no tener que trabajar más.
Al leer esto Juan llegó a casa y habló con sus padres.
El día seis de enero sonó el timbre en casa de Marcos. Era Juan que había ido con sus padres a preguntarle a Marcos si quería ser adoptado y formar parte de su familia.
Ahora Juan y Marcos son hermanos. Marcos estudia veterinaria y desde aquel seis de enero no ha vuelto a trabajar. Aunque tiene 21 años, sigue escribiéndoles cartas a los Reyes Magos, aunque el mejor regalo que ha tenido, se lo trajeron hace once años.
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